Queridos,
He vuelto a casa. Se está mejor en casa que en ningún sitio, según dicen. Pero yo ya estoy harto de todo. No me gusta nada el cielo encapotado, el paisaje convencional, la gente pesada de este país… Ni los chavales que trabajan en nuestro jardín, ni las chicas de la cocina.
Tampoco me gusta seguir
viviendo con mi tía. A propósito…
Al entrar a
nuestra residencia de repente me atacó Doña Gatía.
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¡¡¡IMBÉCIL, TU QUÉ HAS HECHO, PAYASO,
KRETYNIE, PÓŁGŁÓWKU, Ты
идиот!!!
Resulta que nos quitaron la cría. Parece que alguien ha denunciado lo que había escrito en mi última publicación. Pero a mí ya me importa un pepino. MEJOR, ME LA SUDA. Perdonadme este vocabulario. Pero. A mí. Me. Importa. Un. Bledo.
Tía Gatía, la última
persona de mi familia que sigue viva, es la que me había vinculado con algo que
nunca me daba satisfacción. Los gatos no me caen muy bien, tampoco Gatía.
Maldita vieja… Todo aquello, que enumeró Marisin, todas mis faltas contra el
mundo gatuno y, en su opinión, contra ella, todo eso era la culpa de la hermana
de mi… Un momento. ¿Es una tía, pero la hermana de quién? Ay, me da igual. O la culpa era mía. Ay...
¿Sabéis qué? Me gustan más los perros. ¿Pero si alguien preguntó?
Nunca sentí la
fuerza, es decir, nunca sentí la necesidad a desobedecer. Viví tranquilamente, financieramente
sólido… Ahora mismo no será así. Todo va a cambiar. Los gatos nos los quitaron ayer
por la tarde. Además, Kitaya ha desaparecido del mercado. Sí, nunca se me ha
ocurrido que Kitaya podría ser una empresa fantasma. Ay, ¿cómo se arregla la
vida? De treinta y tantos años que tengo no me acuerdo de ni un momento feliz,
a pesar de los momentos con Marisin. Y, para ser sincero, éstos ahora me ponen enfermo.
No por su obesidad (no solo), pero por el hecho de que ella decidí a escapar
sin decirme nada. Probablemente en aquel momento yo no entendería nada. Marisin
siempre tiene razón, por desgracia. Lo más doloroso es que ella se ve muy
feliz. Empezó de nuevo. Creo que yo también lo voy a hacer. Será el mejor
momento para hacerlo. ¿No?
PS. Si os interesa el catálogo flamante de Avón, escribídme.
Adiós,
Stefan
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